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BREVE HISTORIA DE LA PAYA. Mi homenaje al Día del Payador y la Payadora


Eduardo Peralta


¿De dónde viene la Paya?

Es difícil responder...

Hay que hurgar en el ayer,

mas la memoria me falla.

El historiador se explaya

recordando la virtud

de un repentista, Farud,

que hizo de ingenio derroche

cantando mil y una noches

al compás de su laúd...


También en la antigua Grecia

hubo un viejo no vidente,

que improvisaba elocuentes

versos con su lira recia.

Aunque el temporal arrecia

del tiempo con su aguacero,

aún se escucha al trovero

que enseñó a miles de miles

a amar a Ulises y Aquiles,

¡hijos queridos de Homero!


Después, en el siglo de oro,

don Francisco de Quevedo

improvisaba sin miedo

apagando el regio coro.

La décima fue el tesoro

de Lope y de Calderón...

La historia con su timón

la trajo a mi continente,

aunque muy probablemente

nunca lo supo Colón...


Por llanos venezolanos

y montes puertorriqueños,

por “sertaos” brasileños

y por villorrios cubanos,

por los valles mexicanos,

uruguayos y argentinos,

y allá al final del camino

entre los bosques chilenos,

la décima halló el terreno

donde forjar su destino...


Distintas entonaciones

han cobijado sus versos,

de pueblos un universo

la ha convertido en canciones.

¡Tantas improvisaciones

fueron con ella rimadas!

No hay ritmo que su dorada

armadura no se ponga:

el joropo, la milonga,

el huapango, la tonada.


Allá en la tierra argentina

por decreto (sí, señor)

tiene un día el Payador

en que su canto más trina.

Ese día se destina

a invitarlos a que canten

con maestros y estudiantes,

que aprenden a improvisar

solamente de escuchar

sus contrapuntos brillantes.


En Chile fue comentada

cierta paya muy famosa

de don Javier de la Rosa

con el Mulato Taguada.

Tres días con madrugadas

payaron (es harto rato),

y al fin en un arrebato

que por suerte es del ayer,

fue vencedor Don Javier

y se suicidó el Mulato.


Hoy es primera ocasión

que en Santiago capital,

se organiza un acto tal

en la más bella Estación.

Hay en la improvisación

un común y franco anhelo,

por eso hasta nuestro suelo

su hermandad y poesía

ha traído Pablo Díaz

y también José Curbelo.


José Curbelo, el mejor

en nuestro gran continente;

Pablo Díaz, excelente

y rápido payador...

De la milonga al calor

su poesía resalta,

pero acá en chile no falta

un dúo que bien las tañe:

me refiero a Pedro Yáñez,

también a Eduardo Peralta.


La décima es una brasa

que abriga pero no quema;

es un luminoso emblema,

farol que alumbra la casa.

Su rayo de oro traspasa

hasta el corazón más frío,

es un sol de eterno estío

que regala su calor...

¡y en labios del payador

es chispa de desafío!


(Décimas publicadas en El Mercurio el viernes 19 de agosto de 1994, con motivo del Primer Encuentro Internacional de Payadores, en la Estación Mapocho...)

 

(Foto enviada por autor. Plaza de Armas, Concepción (Chile) Años '90.

Eduardo Peralta y Pedro Yáñez)

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