top of page
Buscar

DÍA MUNDIAL DE LA FILOSOFÍA: UN POCO DE FILOSOFÍA LATINOAMERICANA

Por Alex Ibarra Peña 17 de noviembre de 2022



Sin duda puede parecer problemático postular una revisión a las concepciones filosóficas del «ser americano» y del ser de la cultura latinoamericana. Desde mi punto de vista el desarrollo de la filosofía ontológica en América Latina, sobre todo en las academias, es deficiente, en el sentido de que su práctica consistió básicamente en utilizar algunas categorías aristotélicas, tomistas y también heideggerianas con escasa reflexión filosófica, imponiéndose un dogmatismo pobre e inútil.

Desde concepciones latinoamericanistas vinculadas principalmente a la filosofía de la liberación fueron desapareciendo los autores que con pretensión latinoamericanista planteaban puntos de vistas desde la ontología. Sin embargo, nuestros debates han sido poco explícitos y nuestra historia de pensamiento bastante estereotipada, apartada de una crítica argumentativa. Nuestro escaso debate más bien fundamenta algunos prejuicios, de ahí que la lectura de nuestros filósofos no sólo ayuda a su visibilización sino que también nos libera de la ignorancia. En este sentido acudir a la historia de las ideas puede ser también una contribución filosófica.

La cuestión ontológica alcanzó una fuerte presencia en varios maestros latinoamericanos, principalmente en la década de los cincuenta del siglo pasado. Poco sabemos de cómo fueron recepcionados sus textos y poco debe haber ayudado a la crítica esa mal entendida autoridad que entrega la pertenencia académica, espacios en los que circularon sus textos.

Un autor que presentaré brevemente es el filósofo chileno Clarence Finlayson, casi totalmente olvidado. Su actividad filosófica fue valorada no sólo en Chile, sino que en varios países latinoamericanos y en Estados Unidos. Hay una buena biografía de este autor en una introducción a una antología de sus escritos realizada por Tomás Mac Hale en una publicación de la editorial Andrés Bello del año 1969. Por suerte, también contamos con una compilación de textos más reciente del año 2006 publicada por la editorial de la Universidad Diego Portales titulada «Escritos pensados».

En la edición del año 69 aparecen dos textos que están en la línea de la filosofía latinoamericana. El primero sería del año 1945 publicado en la Revista de las Indias en Bogotá bajo el título «Expresión de la cultura americana»; el segundo es un texto que repite algunas cuestiones del primer escrito de forma más breve, incluyendo algunas consideraciones diferentes, éste apareció en El Nacional de Caracas en 1953 bajo el título «Consideraciones sobre la cultura filosófica en la América Latina».

A diferencia de varios filósofos latinoamericanos que planteaban una visión escéptica sobre la posibilidad de una filosofía latinoamericana, entre ellos, Francisco Romero que había afirmado que ésta sería un milagro. Finlayson sostenía ponderadamente «transcurrimos por un estadio de inicial madurez y sazón» refiriéndose a la filosofía americana.

El análisis de este autor chileno consideraba a las dos Américas, incluso elogiaba el nacimiento filosófico del pragmatismo americano valorando figuras como las de James y Dewey. Señala sobre esta corriente filosófica: «El pragmatismo americano ha quedado fijado en la historia de la filosofía mundial con su nombre propio y sus circunstancias». Ambas Américas compartirían un proceso semejante producto directo de la disolución europea. No es ingenuo con el peligro que representa la universalización del pragmatismo y advierte sobre su amenaza de carácter mesiánico y lamenta su ausencia de humanismo.

En el caso de la América hispana visualiza su situación de colonialidad y la dominación del capitalismo, sin entrar en el paradigma marxista realizando una crítica al dogmatismo de esta última ideología. Presentando un postulado no tan común en su época otorgando reconocimiento a lo afro y a lo indígena en nuestra identidad y cultura: «Nacían el mestizo y el mulato (...) iberoafroindígena era el elemento triádico de nuestra gestación». Profundizará un poco más en torno a la sobrevivencia de nuestra identidad indígena en la que ve lo que llama como nuestra condición «telúrica». Esta condición nunca fue absorbida por el supuesto proceso de civilización europeo. Esto vendría a ser lo novedoso que le presentamos a Europa y que permanece en varios países indoamericanos. La colonización prolongada no ha sido capaz de borrar nuestra conciencia espiritual indígena.

Este estadio de nuestra filosofía latinoamericana constituye el momento auroral que permite identificar planteamientos originales en la actividad filosófica. Este recorrido filosófico que despunta dotando de contenido filosófico a nuestra cultura, es un a priori ontológico el que se establece como fundamento.

Sin mucho desarrollo diré que el trabajo de Félix Schwartzmann en su libro «El sentimiento de lo humano en América» (1950) puede ser considerado como parte de este a priori ontológico, pero también deslizándose hacia el descubrimiento de un a priori antropológico. Creo que Schwartzmann intuye esto cuando señala al principio del libro: «En esta obra -mitad invitación a la acción creadora, mitad ensayo de antropología filosófica-, se intenta comprender al americano en su mundo. Dejando a un lado vacías y formales exaltaciones, tiende ella a desentrañar las raíces y el sentido de su idea de la vida y del hombre». Las fuentes de estudio utilizadas por Schwartzmann van a estar extraídas de la literatura nuestro americana. Llegará a una conclusión similar a la de Finlaysom presentando la idea de que nuestro ser americano no es una mera continuidad del ser europeo, lo indígena de algún modo sobrevivió a la brutalidad, pero nuestro ser americano sería ambivalente recurriendo a la imagen pronunciada por el dominicano Pedro Henríquez Ureña: "Argentina y México, «los dos polos de la América española»".

Los más negadores de nuestra cultura podrán criticar apelando al ideario homogenizador que intentó implantar el Estado-Nación racista del criollismo, lo cual no sería más que una mera ceguera ideológica que no es capaz de reconocer la existencia genuina de la clase popular y de la clase indígena. Schwartzmann no cae en esta ingenuidad propia de la academia, uso sus palabras: «Puede replicarse que ejemplificamos recurriendo para ello al simbolismo correspondiente a formas de vida ya desaparecidas, al menos en su frescura original, Con todo, lo importante es que perdura, manifestándose en las varias actitudes, el ideal oculto y poderoso que alumbró aquellos tipos humanos existentes ya, hundidos casi en lo legendario».

Frente a estas visiones que hemos presentado de Finlayson y Schwartzmann resulta ineludible asumir el estudio de aquellas filosofías que aportan una comprensión del indianismo. Aportes como el del peruano José Carlos Mariátegui, los del boliviano Fausto Reinaga, incluso los de Gabriela Mistral son fuentes que contribuyen a un entendimiento de este momento histórico en que los movimientos indigenistas aparecen con vitalidad aportando formas de vida y de ser alternativos a los impuestos por la élite criolla dominada por la ideología del occidentalismo.



 

25 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page