HABITAR ES HUMANO. Y toda casa da lugar a ese habitar. En su interior se repliega la persona. Hacia el exterior se despliega su afán poblador. Cada mañana sale al encuentro del otro. Cada noche vuelve a lo suyo y recobra su intimidad. En la intimidad se personifica. En su despliegue hacia afuera hace de lo público algo común.
Toda casa está en un lugar. Un barrio, por ejemplo, lo construye la proximidad de sus distancias, haciendo del otro su vecino; y da paso a la puerta, que une (y separa) lo público de lo privado. Toda puerta tiene un número, y una calle con nombre que es parte de una comuna. Y que pertenece a una ciudad, y que es parte de una región, y que participa de un país, y que comparte un continente, y que es única en el planeta, y que flota en el universo, que es puro espacio exterior. El espacio interior, en cambio, se ajusta a su intimidad. Habitar es pasar de un espacio a otro, en distintas escalas.
La casa recibe a quien es bien recibido: atrio, pórtico y vestíbulo; exterior, medianía y distribución. E ingresa a lo común o da paso a lo personal: hábito, habitante y habitación. En ese lugar, en la soledad del descanso, todas las noches muere, sueña y copula, a veces. Y vuelve a la vida cada mañana y su lugar es la cama, que arropa con hábito y cubre con dedicación: colchón, sábana y plumón: cuerpo, cuidadosamente tendido, cubierto por el textil. Y junto a la cama el velador (y en sus cajones pequeñas cosas útiles e inútiles). Y un pequeño escritorio tal vez, y alguna repisa de donde tomar un libro que leerá antes de dormir. Afuera el tránsito (nadie vive un pasillo) y el baño que es agua, puro cuerpo y secreto. Y vuelta al estar que es encuentro. Y el hogar que es el fuego y alimento en torno al cual se reúne y comparte la familia. O habita solo consigo mismo quien solo vive. O con su pareja. Pues toda casa es genérica y todo hogar particular. La mesa en el centro dando espacio a la conversación, y la voz se establece.
Dicen que el origen de la arquitectura está en el fuego, y que de tan preciado se debe cuidar. Porque al igual que un jardín, habitar es cuidar, y construir cultivar.
Dios esta en los detalles.
Imagen autorizada por autor: casa ubicada en la localidad de Choros, IV Región, Chile
Hola! soy nueva como colaboradora del sitio.
Muy buen texto, reflexivo y poético. La casa se vuelve hogar en el habitar, se hace propia de hábitos y habitantes que impregnan las cosas y las cosas adquieren sentido en el uso cotidiano.
Respecto a este tema acabo de lanzar un libro llamado "JOM. Poesía casera" , escrito entre el 2011 y el 2018, durante mi encierro voluntario al convertirme en madre de tres.
Les comparto el poema homónimo, que tiene mucho en común con el texto de Sebastian y mi blog desde donde pueden descargar el archivo con el libro completo:
- https://drive.google.com/file/d/1FrUjg4I_Ac5iBIvj8Si2bCto5WTwVFB2/view?usp=sharing
- http://verborreasapologicas.blogspot.com/
Saludos!