¡Poesía proyectiva es la que ha de hilvanar las historias inconexas!
¡Porque hemos sido ápices de una misma raicilla de melodías levitantes!
De nuestros maestros cantores hemos aquilatado los enigmas sacrosantos
Pero cada uno comenzó su camino olvidando el mismo lecho que nos dio su amparo.
¡Somos hijos del mismo árbol estremeciendo el viento de los olvidos!
Unos se encaramaron para lanzar desde sus ramas su odio empedernido
Otros arrullaron melancólicamente las hojas para no dispersar los fragmentos
Otros combatieron lanzando de vuelta las heridas del espíritu humano
Y las hojas puestas en el árbol y los llantos y las llagas lanzadas de vuelta
detuvieron el avance de las indiferencias
O al menos las denunciaron ante el mundo para intentar el camino de regreso
Como la expedición del Gramma y sus ochenta y dos convicciones de resistencia.
¡El sol para las almas sapientes siempre es una nueva vida entre las ruinas!
¡La luz es el ánima que quiere completar al hombre y alejarlo de sus ismos!
Para dar un siguiente pasó sin extenuar al compañero que aprendió a leer junto a nosotros
Para no lacerar en la incuria el camino de las yerbas que nos sanan el alma
El territorio de los pueblos que dirigen el espíritu de esta tierra milenaria
¡Para enmendar un camino ignoto que devuelva cada abrazo,
Que atice las cenizas fragmentadas!
Yo llevo mi propio desierto y el pesimismo me colma en desasosiego
Inquietud de lunas silenciosas en que no se puede hallar otra vez a un amigo siendo viejo
De poder confiar otra vez y seguir hasta el fin el juego increíble de la infancia
¡Mírame! ¡Los pensamientos más importantes no tienen que ver con este momento!
¡Y en este momento debieran estar siempre los pensamientos más importantes!
¡La vida vivida es ahora mientras vivimos!, y el burdo jolgorio no debe nunca menguar el ansia;
La infancia y la juventud del mundo hemos de abrazar, en su historia herida,
Para no ser otra vez olvidados.
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