Escrito por Hans Schuster
La voz de la casa, ejercicios para vivir el confinamiento, es un texto notable, cuyo acercamiento hacia lo nimio se hace presente en sus dos acepciones: como mirada hacia lo que posee poca importancia o un detallado acercamiento a lo prolijo, hacia aquellas minucias escrupulosas que dan cuenta de los hechos y las cosas. El pretexto de la pandemia recorre habitaciones pobladas de momentos exagerados como todo lo nimio, en donde las palabras transitan en medio del toque de queda, dejando ver el espacio interior donde esas mismas palabras construyen nuevos habitares, nuevos silencios estrujados con el trapo que limpia las superficies de las cosas y así, entre objetos que se desplazan, la palabra en su condición de telilla húmeda, frota también lo humano que reaparece acurrucado en su rincón de memoria.
La literatura chilena contemporánea, desde fines del siglo pasado, nos ha traído grandes autoras en un espacio coral con un sinfín de detalles y en donde a ratos, sobresale en la voz, las voces que la escritura de Rosabetty deja fluir para nosotros. Y es allí donde revolotea el polvo de la historia, la sinceridad cotidiana con que la verdad se hace presente.
Los versos, generalmente breves, traen su hondura de momentos que parpadean en pedacitos de familia, en los lugares que habitamos, trozos de recuerdos que nutren la mirada de generaciones que se juntan, en medio de una antigua fotografía, o ese objeto que llegó en manos de los mayores, como si todo no fuera más que un dibujo de niños guardado en el cajón de las evocaciones.
Y es así como Rosabetty Muñoz Serón canta, canta con el Canto de una oveja del rebaño (1981), y lo hace En lugar de morir (1987), porque con su próximo título serían 3 los Hijos (1991), que asisten al Baile de señoritas (1994), siendo ella misma la que escribe como si fuera La santa, historia de su elevación (1998) y ya entrado el nuevo siglo, deja sus marcas de género con Sombras en El Rosselot (2002), y madura el ojo poético como madura su visión política en Ratada (2005), porque todo lo que escribe, desde sus inicios, será ante el dolor, o el amor que duele, ante las injusticias y las negaciones, En nombre de ninguna, (2008) y aunque regresaba apareciendo en antologías y múltiples revistas, nos deja ver en Polvo de huesos (2012), esa escritura sólida que es más que todas las Ceremonias (2012), que venía escribiendo, y ahora son Técnicas para cegar a los peces (2019), y poner en cuestión todo aquello que se adapta, o se hace flexible en la palabra Ligia (2019), porque ha retornado construyendo su obra como si todo fuera una Misión circular (2020), y en la Voz de la Casa (2021) estamos cobijados con palabras como astillas que encienden el fuego para volver a iluminar la dignidad y la belleza de lo humano.
Hans Schuster
Santiago de Chile- mayo de 2022.
Imagen: Libro editado por Ediciones UCM
Fuente: columna y reseña que también te recomendamos leer en https://www.elmostrador.cl/cultura/2022/04/09/la-voz-de-la-casa-de-rosabetty-munoz-el-poema-como-conjuro/
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