Escrito por Zulema Retamal
EL PRINCIPIO
Cuando Dios dijo:
hágase la luz,
cruzó aquella inmensidad
un rayo diáfano y celeste.
Era Etruria, ella sola.
BAJO EL CIELO
Bajo el cielo azul, el ámbar, las frutas
el marfil y el ébano
bullen en los puertos y ciudades.
Pero en el bosque más profundo
los sátiros disfrutan
con el rapto de ménades
cuya naturaleza mística les despierta
la locura del placer.
LOS CABALLOS DE TARQUINIA
Los caballos alados
desde la tesitura del silencio vienen,
no hay libro que soporte sus secretos
ni adivina que abra la caja celeste
y los deje volar de nuevo por las llanuras.
Allí están, perfectos en el paso
que dieron a través del tiempo.
HERÓDOTO
Heródoto de Halicarnaso
aquel que no creía en brujos
el mismo que leyó en Atenas
y que anduvo por Fenicia y Mesopotamia
el que conoció a Sófocles
el mismísimo
dijo que los etruscos eran de otro mundo.
Hasta Cicerón se lo creyó.
LAS PALABRAS
En la Tarquinia etrusca
las palabras fueron escritas en el aire
por encima de las lomas
en la algarabía de los puertos
y mercados.
Decían ámbar y era palabra
perfumada que contenía al sol.
Ellas eran espigas cuando la danza
invadía la era.
DEL KOTTABOS
Hombres y mujeres por igual
ímpetu y belleza desnudos en el juego
corre velocísima la sangre en las arterias,
la risa se encabrita en el desorden
y entonces escupen ellas el vino
tan lejos que mancebos entusiastas
se dan por ganadores. Retozan
tan pronto litigan las distancias.
El vino para ellos ahora es ambrosía.
LA SONRISA ETRUSCA
Sentados en el triclinio
amorosos están los amantes.
Las uvas dulces caen de los racimos.
El cielo afuera llueve estrellas.
El instante de este mundo se vuelve piedra
y transita el hado por aquel tiempo enardecido.
ELLA BAILABA
Bailaba la etrusca
con los mozos y enredaba
entre los tules del vestido
la sagrada impudicia.
Ella bailaba como si nunca más
hubiera otro tiempo como ese.
Imagen: Mticciati, CC BY-SA 3.0 <https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0>, via Wikimedia Commons
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