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TRADUTTORE-TRADITORE. A PROPÓSITO DE COPÉRNICO Y GALILEO. (De Alexandre Koyré*)


Escrito por Javier Pavez


La traducción de obras clásicas de la filosofía y de la ciencia del pasado es necesaria. E incluso indispensable. A condición, sin embargo, de que estas traducciones sean correctas y exactas. Pues, si no lo son, si además son, sin crítica, utilizadas por historiadores de renombre que las invisten, así, de su autoridad, su existencia puede tener consecuencias deplorables. El error, en efecto, es peor que la ignorancia. Pero si la traducción de un texto cualquiera es ya una empresa bastante difícil, la traducción de obras científicas que pertenecen a una época distinta a la nuestra comporta un riesgo suplementario, y bastante grave: el de sustituir, involuntariamente, con nuestras concepciones y nuestros hábitos de pensamiento, aquéllos, totalmente diferentes, del autor.


Este peligro no es en absoluto imaginario. Muy por el contrario, excelentes eruditos han sucumbido a ello. Así, hace unos diez años, cuando yo mismo estaba luchando contra el texto del De revolutionibus, de Copérnico,[1] constaté, no sin estupor, que el autor de la excelente traducción al alemán de la inmortal obra del gran astrónomo había titulado su trabajo:[2] Ueber die KREISBEWEGUNGEN der HIMMELSKÖRPER, lo que quiere decir: De los movimientos circulares de los cuerpos celestes. Ahora bien, el título del libro de Copérnico es: De revolutionibus orbium coelestium, lo que quiere decir: De las revoluciones de los orbes celestes.


Está claro que el sabio alemán no modificó deliberadamente el título de Copérnico. Está claro que pensaba traducir de un modo exacto. Sin embargo, al no creer en la existencia de orbes celestes (Copérnico sí creía en ellos), él, involuntariamente y sin darse cuenta, sustituyó orbe por cuerpos, distorsionando, así, toda la interpretación del copernicanismo.

Un feliz azar –el azar hace bien las cosas– acaba de hacerme descubrir un error análogo, e incluso aún más grave, puesto que se trata esta vez de Galileo.


En efecto, la traducción inglesa de los Discorsi e dimostrazioni matematiche in torno a due nuove scienze, que se titula, por lo demás, Dialogues concerning two new sciences,[3] da, al principio de la tercera jornada, la siguiente traducción:


My purpose is to set forth a very new science dealing with a very ancient subject. There is in nature perhaps nothing older than motion, concerning which the books written by philosophers are neither few nor small; nevertheless, I have discovered by experiment[4] some properties of it which are worth knowing and which have not hitherto been observed or demonstrated. Some superficial observations have been made, as, for instance, that the free motion of a heavy falling body is continuously accelerated; but to just what extent this acceleration occurs has not yet been announced; for so far as I know, no one has yet pointed out that the distances traversed during equal intervals of time, by a body falling from rest, stand to one another in the same ratio as the old numbers beginning with unity.

It has been observed that missiles and projectiles describe a curved path of some sort; however, no one has pointed out the fact that this path is a parabola. But this and other fact, not few in number or less worth knowing, I have succeeded in proving; and what I consider more important, there have been opened up to this vast and most excellent science, of which my work is merely the beginning, ways and means by which other minds more acute than mine will explore its remotest corners.


Ahora bien, el texto de Galileo (Discorsi e Dimostrazioni, Giornata terza, Opere, Ed. Naz., vol. VIII, p. 190) dice:


De subiecto vetustissimo novissimam promovemus scientiam. Motu nil forte antiquius in natura et circa eum volumina nec pauca nec parva a philosophis conscripta reperiuntur; symptomatum tamen quae complura et scitu digna insunt in eo, adhuc inobservata, necdum indemonstrata, comperio. Leviora quaedam adnotantur, ut, gratia exempli, naturalem motum gravium descendentium continue accelerari; verum, iuxta quam proportionem eius fiat acceleratio, proditum hucusque non est; nullus enim, quod sciam, demonstravit, spatia a mobile descendente ex quiete peracta in temporibus aequalibus, eam inter se retinere rationem, quam habent numeri impares ab unitate consequentes. Observatum est, missilia, seu proiecta lineam qualitercunque curvam designare: veruntamen, eam esse parabolam, nemo prodidit. Haec ita esse, et alia non pauca nec minus scitu digna, a me demonstrabuntur, et, quod pluris faciendum censeo, aditus et accessus ad amplissimam praestantissimamque scientiam, cuius hi nostri labores erunt elementa, recludetur, in qua ingenia meo perspicaciora abditores recessus penetrabunt.


No voy a emprender aquí la crítica de la traducción del Sr. Crew y del Sr. De Salvio. Me es suficiente con señalar que Galileo no sólo no dice haber descubierto las propiedades de la caída y del lanzamiento por medio de un experimento, sino que el término experiencia (experimentum) no es utilizado por él. Éste ha sido pura y simplemente añadido por el traductor, quien, visiblemente allegado a la epistemología empirista, no podía imaginar que se pudiera demostrar o descubrir algo más que por experimento. Por esto, ahí donde Galileo dice “comperio”, él escribe “discovered by experiment”, anexando así a Galileo a la tradición empirista y, de este modo, distorsionando irremediablemente su pensamiento. No es sorprendente que la leyenda de un Galileo empirista y experimentador esté tan firmemente establecida en América. Pues, por desgracia, los historiadores americanos, incluso los mejores, citan a Galileo, o, al menos, los Discorsi, a partir de la traducción inglesa.


* Koyré, A. “Traduttore-Traditore. A propos de Copernic et de Galilée”, Isis, Vol. 34, No. 3 (Winter, 1943), pp. 209-210. Traducción de Javier Pavez. [1] N. Copernic, Du Révolutions des Orbes célestes, 1. I, Paris, 1934. [2] Nicolaus Copernicus aus Thorn, Ueber die Kreisbewegungen der Weltkörper, übersetzt … von Dr C. L. Menzzer ... Thorn, 1879. [3] Dialogues concerning two new sciences by Galilei Galileo, translated from the Italian and Latin into English by Henry Crew and Alfonso de Salvio, New York, 1914. [4] Subrayado por mí.

 



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