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DOS REESCRITURAS DE POEMAS DE ROSARIO CASTELLANOS

Aleqs Garrigóz

Escrito por Aleqs Garrigóz


Éstas son dos reescrituras mías de poemas de Rosario Castellanos. Los tomé de un poemario corto llamado Presentación en el templo, publicado por la autora en Madrid en 1951, y que se considera una rareza bibliográfica. Se trata francamente de un poemario malogrado y que desluce en comparación de sus momentos más brillantes y de una gran dignidad. Por esta razón quizá la autora decidiera dejarlo de lado en la reunión de su poesía completa (Poesía no eres tú). De allí he tomado un poema y una canción y las he reescrito en mi estilo (los originales, en mi opinión, adolecen de ripios y les falta economía y ritmo). Les dejo las versiones de la autora junto a las mías. No encontrarán en otro lado en la web estos poemas, prácticamente desconocidos, de Rosario Castellanos.


 

DESPERTAR

(Versión de Aleqs Garrigóz)


No sé por qué, de pronto,

un gran cansancio me cae de los hombros

cubriéndome de espanto.

Me muevo pesadamente

como una multitud de ebrios o sonámbulos.

Y me siento a las puertas de mí misma

como en el Testamento las ciudades

a enumerar miseria y destrucciones.

Doy gemidos apagados

como parturienta que perdió su fruto;

y miro mis manos para buscar la sangre,

el rastro del crimen

o la forma de mis remordimientos.

Mas no hallo el pequeño cadáver

estrangulado en el noveno mes tras de una puerta,

sino un tremendo Abel de muchos rostros:

la tierra derramándose en oleadas,

los ríos avanzando como genealogías

y el mar que nadie mide más que el náufrago.

He allí a mis pies el mundo con las sienes rotas.

Y no conozco al dios que de mi corazón

hizo la piedra que lazó su cólera.

Sólo sé que mi nombre es la culpa.

Que soy, como el pecado, mayor que mi memoria.



DESPERTAR

(Rosario Castellanos)


No sé por qué, de pronto, un gran cansancio

me cae de los hombros hasta el suelo

vistiéndome de espanto.

Desde adentro me muevo pesadamente, lenta

como si fuera yo una multitud

de ebrios, de sonámbulos.

Y me siento a las puertas de mí misma

como en el Testamento se sientan las ciudades

a enumerar miseria y destrucciones.

Y gimo con gemidos apagados

como la parturienta que ha perdido su fruto.

Y me miro las manos para buscar la sangre,

el rastro del crimen o la forma

de mis remordimientos

Y no hallo el cadáver pequeño, estrangulado

en el noveno mes, tras de una puerta,

sino un tremendo Abel de muchos rostros:

la tierra derramándose en oleadas redondas,

los ríos avanzando como generaciones

y el mar que nadie mide más que el náufrago.

He aquí a mis pies el mundo con las dos sienes rotas

Y no conozco al dios de que mi corazón

hizo la piedra que lazó su cólera.

Sólo sé que mi nombre es el nombre de la culpa,

que soy, como el pecado, mayor que mi memoria.



 

***


PAUSA

(Versión de Aleqs Garrigóz)


De las olas aprendo

este oficio de lanzarme y caer.

De la oración al abyecto crimen,

una y otra vez.

Mi corazón, péndulo.

Manos de hilar y destejer.

Y pies que conocen el camino

para ir y volver.

De altamar es este delirio

que me bate la sien.

No morderé jamás ninguna playa

con mi torpe vaivén.

 


PAUSA

(Rosario Castellanos)


Con las olas aprendo cada día

este oficio de lanzarme y de caer:

De la oración al más abyecto crimen,

una vez, otra vez.

Mi corazón de péndulo, mis manos

de hilar y destejer

y mis pies que conocen el camino

para ir y volver.

Delirio de altamar este delirio

que me bate la sien.

No morderé jamás ninguna playa

con mi torpe vaivén.



 

Fotografía: Instituto Nacional de Antropología e Historia., CC BY 4.0

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