DOS NOCHES
Humedad nocturna del invierno silencioso;
momento de quietud entre la tormenta que nos inquieta el alma.
Sobre la acera un perro roe un hueso de un cadáver moribundo,
yo fumo mientras le observo los ojos y el animal mira mi silencio.
Al pasar me abrigo, y el canino advierte un augurio en ademán de guardia sobre su presa,
miro adelante y es largo mi camino y la espera.
¿He de llegar a algún lado en el rincón de este tiempo?
Más allá, como beatas de salvación tañen su encanto las golondrinas de la noche.
Lo pienso, como para amortiguar un poco la rabia de lo injusto
y como el perro quiero a mi presa devorarle hasta la sangre.
Pero el olvido y el hambre poniendo la mesa me devuelven la mesura,
decido entonces caminar entre la noche ya descubierta.
No habrá ropas que vistan estas horas de gritos y disparos.
¡Voy a witrear toda la mierda de este mundo!
Quisiera dormir esta noche en un lugar que aún no encuentro .
Y quedan pocas horas para volver a ver la rueda de los días,
caminar en el día como camina en su silbido el viento.
Es un canto y una belleza muy lejos de esta puerta.

(Foto enviada por el autor)